Cariño —

El cielo se restriega, rosa y fragante esta mañana. El retoque de las campanas de la iglesia. La felicidad de los árboles que revienta a lo largo de la orilla de las colinas, entre, o mejor dicho a lo largo de envejecidos hogares — algo salvaje queda. Las ventanas atrapan la luz perpendicular del sol como ojos que brillan en un bosque obscuro. O algo aún más fiero: un corazón que arde, justo antes del disparo.

¿ Habrá acaso algún feo pichón abalanzándose contra los herrumbrosos techos que te son desconocidos ?

Ahora el sol se lanza uniformemente sobre las colinas. Lanza — lanza una línea, una red: todas son metáforas de presas y plegarias.

(y dime, ¿ de qué escribo si te robaste mi tormento ?)

Cariño —

"Mi gemela" — o así me llamabas. ¿ Pero acaso los gemelos no sienten alivio en su integridad al ser repentinamente separados ? Pues contigo allá sólo hay una ausencia camuflada con esta terrible avalancha de palabras.

Cariño —

¿ Qué tan seguido te escribo ? Perdí la cuenta. Lo hago poco, vago alrededor de mi pequeño departamento, desde la visible sala (sofá) a la visible habitación (cama), al visible baño (lavabo, retrete) y después a la cocina para lavar la olla del café de ayer y empezar de nuevo, hacia atrás, ya estando atrás, pensando ya, no en el trabajo sino en cartas y manos. Ya no puedo ni recordar mi propio camino hacia esa cosa que alguna vez identificaste como triunfo pero que sólo puedo definir como un vector que se sesga hacia los lados, el ángulo en el que la lluvia cae desde el cielo hasta dónde vives.

Cariño —

¿ Cómo es que anticipas con tanta perfección mis paseos, mi ropa, mis deseos ?

Tiré de tu mano en la bañera / inundada tras la lluvia.

(Cariño —

The battery of my cellphone died. In truth these letters are phony, fakes — I only write them when the instantaneous pathways fail me, or when the older pathways of the body demand that you sleep and I remain awake here. Insomnia is the beast that eats love, or makes it into something more desperate.)

Cariño —

Estoy en lo alto pero me ahogo tienes tanto qué hacer o me ahogo en mi abandono, por favor, —, puedo ver la vieja torre de agua desde aquí, las ruinas de ese acueducto del tercer mundo, puedo ver dentro del cementerio alemán, puedo ver incluso sobre las paredes de la prisión estoy libre arriba de mi casa esperando un rescate, esperando a que llegue una señal me estoy ahogando me ahogare podría tenerte justo en este techo o tú podrías tenerme nadie tiene que morir podríamos tomar turnos para tenernos.

Cariño —

Aquí el mundo tarda en iluminarse, es invierno muy al sur. Esta ausencia de luz solía molestarme, cómo puede alguien vivir tanto en la obscuridad, pero ahora pienso en lo agradable que es levantarse a las ocho

y ver el amanecer.

Es como encontrar a Dios desnudo.

Releo mis cartas para ti — que han tomado hasta tu sintaxis, tus hipérboles.

Es aterrador ver mi voz derretirse con la tuya. Mi garganta está seca esta mañana, tal vez sea un síntoma de mi rendición, de la excitante pérdida.

("¿ pero y si murieras ?" ella susurra, su cabeza elevándose desde el almohadón de plumas)

(Me escribiste desde el metro: "No mueras.")

Cariño —

La obscuridad retrocede, el sol se eleva, todos los días te escribo antes de que siquiera empiecen no te das cuenta pero el cielo negro de hecho es purpureo en el primer momento en que es menos obscuro — ahora, justo ahora — el cielo se muestra purpureo y me pregunto qué es la violencia, qué es el mal de este mundo si no hay obscuridad, sino un obscuro púrpura que se aclara hasta el índigo, que suaviza las sombras, el mundo bidimensional a esta hora. Podría tocar este cielo aplanado, podría alcanzar a dios y darle una nalgada en su desvergonzado trasero.

Cariño —

misa en lino obscuro —

el chinchinero ha perdido

sus cadenas — un lamento

todos actúan solos — un artificio (artificial) —

todos muriendo por (falta de) arte

Cariño —

No hay palabras — tal vez llegamos al límite de lo que posiblemente puede decirse ante la abstracción, las variantes de la palabra amor, pincelando con nuestros dedos el borde de tus estructuras.

¿ No puede haber menos drama en este asunto ? Nunca he tocado tu cara, no creo.

Cartas acercándose a la extrañeza, a una extrañeza cercana. Una extrañeza más querida que la que ya es conocida.

Cariño —

Ah, es difícil no llamar

no saber dónde anclarás

grandes tragos de agua marina (amarga)

Cariño —

No tengo certeza de cómo extrañarte. He perdido hasta la habilidad de la melancolía. Tu ausencia se sentía más cuando tus mensajes llenaban mis días desde lejos. Ahora el silencio se encontró con el silencio, y por primera vez en meses noto las manchas en los costados de los edificios, los dedos hinchados de la mujer que va a mi lado en el colectivo, los dibujos pegados en la ventana del jardín de niños, hay tanto mundo y tanto espacio en mi cabeza.